Se colocaron placas que denominan tres servicios de la institución con el nombre de 3 médicos fundadores
Desde este martes 5 de enero el Sanatorio lleva el nombre del Dr. Ramón Chapper Laborde, el Servicio de Cardiología el del Dr. Manuel Roquero Saint Cloment y el de Radiología el del Dr. Carlos Barreiro Soto
Los Dres. Ramón Chápper Laborde, Manuel Roquero Saint Cloment y Carlos Barreiro Soto fueron, entre otros, fundadores de la Asociación Médica de San José.
Por aquellos años, ese hecho que resultó ser de una innegable trascendencia histórica, demandó a los colegas homenajeados un enorme esfuerzo y sacrificio personal, así como la fundación de la Federación Médica del Interior de la cual formó parte, para lo que hubo que recorrer el país para convencer de la iniciativa a los médicos del interior y generar así la estructura organizativa mínima, embrionaria, de lo que hoy es una potente realidad gremial y asistencial (FEMI y FEPREMI, respectivamente).
Cada uno de los colegas que homenajeamos hoy tiene un vasto currículum y una dilatada trayectoria gremial, asistencial, social y profesional que es imposible resumir en este espacio y en esta coyuntura. Aquí sólo haremos mención en breves trazos, a algunas relevantes características personales que los hacen merecedores de nuestra gratitud.
El Dr. Roquero fue un hombre de principios inquebrantables, crítico recio y defensor insobornable de la autonomía de los médicos del interior y de la disposición de estos de darse sus propias formas organizativas frente a lo que en aquel momento se visualizaba como la penetración de la medicina capitalina. Fue el iniciador de la cardiología en San José, tanto en el hospital del que fue su director a la salida de la dictadura, como en nuestra institución, con las herramientas que contaba la especialidad por aquellos momentos. Los tres colegas recordados tienen esa trayectoria común de haberse radicado en San José, haber trabajado en la AMSJ y eso posibilitó que la asistencia pública también se viera beneficiada con sus aportes.
El Dr. Chápper, que ejerció la pediatría con dedicación y esmero, atendió a prácticamente todos los niños contemporáneos de San José ya sea bajo la forma de medicina privada, colectiva u hospitalaria en el Hospital de San José del cual también fue su director. Hombre de fe, incursionó en la actividad política en el Partido Unión Cívica como forma de acercarse a los problemas sociales del departamento. Dos rasgos remarcables del Dr. Chápper fueron su disfrutable humor y anecdotario interminable, y su enorme solidaridad y generosidad. No vaciló en ponerse del lado de colegas, jóvenes profesionales y personas de la más variada condición social, económica y política si percibía una injusticia y podía contribuir a restañar el daño.
El Dr. Barreiro fue el iniciador de la radiología en San José. Llegó incluso a ver e intervenir en esa gran transformación que sufrió su especialidad que pasó de usar solamente rayos X a utilizar otros procedimientos y técnicas para estudiar a los pacientes (ultrasonido, endoscopios), o sea el paso de la radiología a la imagenología. Trabajador incansable, de gran espíritu crítico y cuestionador productivo, dado a los enfoques más filosóficos y generales sobre distintos temas que exponía en reuniones y asambleas con libertad y valentía; sufrió también los duros años de la dictadura.
Ya habíamos estampado en algunos de los modernos logros de la institución el recuerdo a varios de nuestros meritorios antecesores, los Dres. Carlos Acosta Duomarco, Héctor Vinelli, Enrique Seguí Gil y Luis A. Páez Giacosa.
Vivimos una etapa de la historia de la humanidad en la que el presente es todo. El presente, que es más efímero que nunca, se devora todo debido a la velocidad de los cambios y a los llamados avances tecnológicos que deslumbran, enceguecen y pronto quedan superados. Pese a la desvalorización de la historia que se observa en el mundo contemporáneo, producto quizás de ese presente demasiado apurado y competitivo que hace olvidar los fundamentos de las cosas, consideramos válido continuar con Chápper, Roquero y Barreiro ese proceso -que debería seguir – de ir rescatando fragmentos, retazos del pasado de la AMSJ, o sea, como si del trabajo de un arqueólogo se tratara, descubrir las capas de nuestra propia identidad.
La AMSJ no empezó cuando nosotros llegamos. Volver a las fuentes vivifica. Y además, tenemos el deber de ser agradecidos con los que pusieron la piedra fundamental en gestos quizás lejanos y humildes en lo material, pero de enorme significado en lo que hace a forjar un colectivo, una manera de mirar, una sensibilidad que es lo que nos une y nos da sentido.